En las sombras vive la bestia,
siempre tranquila y siempre observando,
nunca dice nada, pero esta ahí, siempre esperando.
De repente, una visión se me aparece,
no es cosa nueva, de seguro lo vi en la televisión la noche anterior.
El viento corre sin descanso, viene desde muy lejos
y consigo trae aromas inexplicables pero agradables.
Entre esos aromas, uno me es muy familiar,
huele a vida y sabe a té de limón.
Igual en otra vida fui charro,
y una que otra ranchera hubiera gritado.
De ella solo obtuve su mirada y su sonrisa
pero con eso basta,
que una persona como yo juegue con fuego,
corro el riesgo
de quemarme.
Así termina el relato de este día.